Nota de prensa
La guerra ha empezado y el sonido de las lanzas rozan las cabezas de los creadores, hay que estar alerta, la guerra siempre augura un cambio de época y todos queremos estar en el bando ganador.
Gombrich aårmó; "La imitación de la naturaleza, o la creación de la ilusión visual, se ha desplazado desde el arte hasta la industria del espectáculo: con los panoramas ópticos primero, y luego con el cine. Esto ha hecho que los artistas se distancien de la creación de ilusión, por ser algo comercial, y quieran hacer algo diferente."
Velázquez nunca soñó pintar en 4K, ni imaginó visitar Breda en realidad inmersiva con unas gafas de apariencia robótica. Era fácil no sentir ese deseo, su práctica visual fue humanizada, permitiendo la observación hasta donde su propio físico le alcanzó, su imagen en movimiento constante le hacía desvanecer los contornos y jamás reparó en poros de la piel de sus protagonistas, nada que ver a como vemos hoy las películas en nuestras enormes smarts tv de alta deånición de nuestro salón.
Hoy en día en la era de la comunicación y el conocimiento, la tecnología nos tiende el brazo a nuevas formas de entender el mundo que nos rodea, podemos ver a través de Street View las calles de Breda en tiempo real, e incluso saber el tiempo que está haciendo, mientras que Velázquez nunca pudo visitarla para poder pintar su cuadro. El concepto de la realidad y por lo tanto el de la verdad jugaba a favor del desconocimiento de sus espectadores. Sin embargo el cuadro es capaz de trasladarnos a la escena con gran detalle y ni siquiera reparamos en esto, ¿pero de dónde sacó esa documentación para describir la entrega de las llaves de la ciudad sin internet ni siquiera con fotografías? Una de sus visiones principales debió de ser la que le dio Ambrosio Spínola en 1629, ya que ambos coincidieron en la nave del militar en un viaje a Génova. El primero en busca de conocer de primera mano a los maestros italianos y el segundo de regreso a su ciudad natal, tras el campo de batalla. Durante ese viaje, el pintor, se hizo una idea precisa probablemente por la narración del Genovés y aunque desde ese encuentro hasta la creación del famoso cuadro encargado por Felipe IV, transcurrieron cinco años, el artista debió labrar desde su imaginación una imagen precisa y a la vez distanciada de lo ocurrido, lo que favorecería el carácter teatral que le imprimió a la escena y que sin duda debió de ser completamente diferente a lo que allí sucedió. Lo más sorprendente es que independientemente de lo que allí ocurriera, el cuadro trasciende analmente a la imaginación colectiva como la verdad.
Aunque pueda parecer contradictorio, el estar inmerso en la época del conocimiento, el artista contemporáneo conecta directamente con esa idea de la verdad, yendo más allá de lo que se considera real. La obra de arte aspira a la eternidad y su pretensión temporal no es la de testiacar como son las cosas en realidad sino como las percibimos. Bajo este discurso la exposición hace una revisión sobre la imagen y su uso frente a las nuevas formas de conocimiento. Dar a conocer diversas realidades a través de la pintura, porque el arte en general va en contra de las modas y de la tecnología y aunque indudablemente se nutre su pretensión es la de ser atemporal.
Tal vez en tiempos de guerra la mejor estrategia es permanecer en la trinchera y dejar las guerras para otros.
Angustia
En lo último una montaña camina
Hombres color de tierra naufragan en la grieta más baja
El fatalismo unce las almas de aquéllos
que bañaron su pequeña esperanza en las piletas de la noche.
Las bayonetas sueñan con los entreveros nupciales
El mundo se ha perdido y los ojos de los mue El mundo se ha perdido y los ojos de los muertos lo buscan
El silencio aúlla en los horizontes hundidos.
Jorge Luis Borges en Grecia (n.° 43, l-VI-1920, Sevilla), incluido en Antología de la poesía latinoamericana de vanguardia (1916-1935) (Ediciones
Hiperión, Madrid, 2003, ed. de Mihai G. Grünfeld).