Obras
AUTOR / ES
Daniel Torrent
Dani Torrent (Barcelona, 1974) es Licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Barcelona. Allí ha realizado cursos de doctorado en Bellas Artes; además de Dirección de Cine en el CECC (Centre d’Estudis Cinematogràfics de Catalunya) y Grado Superior en Ilustración en la Escuela Llotja (Barcelona).
Ha expuesto individualmente en Nueva York, Hensinki, Amsterdam, Bergamo, Madrid, Barcelona, Girona y Huelva; además de obtener múltiples reconocimientos como el Premio Manzana de Oro de la Bienal de Ilustración de Bratislava o el Premio Museari, en la categoría de ilustración, por la defensa de la diversidad de género.
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En su obra trabaja la intimidad, la necesidad de disolvernos en el otro, a través del afecto y la empatía. En un momento en el que las redes sociales nos empujan a un continuo posado y a fingir una vida que no es; su trabajo intenta mostrar lo que hacen aquellos que se quieren, cuando nadie los mira. Cuerpos que se comunican sin palabras, que se mueven intuitivamente adaptándose el uno al otro. Momentos cotidianos y carentes de épica, alejados del individualismo y de la competitividad, que nos guardamos para nosotros, evitando exhibirlos para no abaratarlos.
De ahí que su concepto del arte sea una forma de conectar de manera directa y emocional con otras personas, reconociendo a través de su trabajo todo aquello que como humanos tenemos en común.
Para ello le gusta trabajar de forma gestual y directa, intentando evitar los procesos largos usando el acrílico para las obras sobre tela, y los lápices, gouache y acuarelas para sus creaciones sobre papel.
Como historiador del arte parte de muchísimos referentes en sus obras: Pontormo, Friedriech, Toulouse-Lautrec, Matisse, Hiroshige, Hockney… cada uno le interesa por motivos diferentes: “el arte de un artista es más personal cuánto más abierto está a diferentes estímulos.”
Nota de prensa
El artista Dani Torrent presenta en la galería Espacio 0, siendo ésta ya su segunda vez aquí, una muestra de sus creaciones más recientes. Obras que surgieron durante la pandemia y que son una reflexión sobre las relaciones humanas.
En esta ocasión atiende a cómo los afectos son traducidos a actitudes físicas, especialmente a aquellas relaciones que reservamos para nuestra intimidad, a los seres más allegados en los que nos acercamos lo suficiente como para poder sentir sin miedo.
Aunque el tiempo todo lo cura, no hace tanto que escuchábamos hablar de un término completamente ajeno a nuestra vocabulario “distanciamiento social”. Cuánto echabamos de menos el poder abrazarnos, especialmente porque ese contacto estaba reservado a aquellos seres más queridos; para la familia, para nuestro compañero de deportes o amigos, o con nuestra pareja. Y sin embargo tuvimos que posponerlos. En esta exposición Dani nos permite asomarnos como un voyeur a las escenas más privadas, en la que dos seres comparten su propio cuerpo con naturalidad. Debemos tener una gran confianza para poder experimentar un contacto, sin tener que guardar una distancia de cortesía.
La intimidad y por extensión los abrazos nos dan cobijo y nos hacen recuperar la sensación de protección por parte del otro, nos alejan de la individualidad para entender que realmente siempre necesitamos del otro. Se trata de una cercanía física que va más allá, hasta lo espiritual. Sin duda es algo instintivo que compartimos no solo con los primates, si no con otras especies que lo utilizan como un acto de consuelo para protegerse entre sí en los momentos más complicados. Un momento de belleza máxima en la que el cuerpo es abandonado en una plena confianza para unirse a otro.
En las obras de Dani los cuerpos se entrelazan hasta convertirse en uno, en actos de amor, de complicidad o de deseo. La sexualidad, aunque presente, se presenta como una extensión del afecto y queda relegada a un lugar secundario a favor de la expresividad de las manos, que agarran o acarician en un juego de complicidad. Hay que tener en cuenta que en el sentido de tacto las manos son las que más se benefician y es por esta razón en que el artista centra su atención, por su capacidad de transmitir emociones, a veces mejor que nuestro propio rostro. Cuando somos niños nos estremece coger de la mano a nuestro primer amor, de manera más formal también nos estrechamos las manos como símbolo de confianza en el otro; tanto es así que incluso la presión o el talante con el que lo hacemos nos da una información que difícilmente podríamos conseguir exclusivamente con la mirada.
Dani se ha posicionado a través de su trabajo como un ilustrador reputado, un experto narrador de historias visuales. Su amplia producción tanto personal, como por encargo, se publica en numerosos países, lo que le ha llevado a exponer en países como España, Italia, Francia, México, Holanda, Corea, Japón o Nueva York. En esta ocasión su afilada narrativa se traduce en una obra de carácter más pictórico y que desemboca en una obra más directa y que poco a poco se despoja de lo gráfico. Su obra se mueve entre un fauvismo cromático y un expresionismo contenido en el que el cuerpo ocupa el lugar principal, experimentando torsiones expresivas que nunca abandonan lo cotidiano y lo estético.