Ajusta tu traje de baño. No dejes que ningún mechón de cabello escape del gorro. Sube a la plataforma. Recorre la distancia del trampolín ballesta. Camina despacio. Un pie detrás del otro. Debajo, el agua cristalina, quieta. Túmbate lentamente sobre la superficie plana. Siente la seguridad de su longitud y de su anchura. Cruza las piernas. Apoya los brazos y percibe mejor el frescor del material antideslizante. Un último detalle: cierra los ojos y deja la mente en blanco.
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